jueves, 25 de noviembre de 2010

Odres (2007)

Hemos tenido ocasión de ponernos en contacto con el grupo Odres, y aquí encontraréis todo lo que, con gran atención, nos han contado.

-¿Cómo podríamos definir y explicar la actividad musical de vuestro grupo?

Odres es un grupo de amigos que dedicamos parte de nuestro tiempo a disfrutar haciendo música. Todos trabajamos en otros menesteres pero siempre hemos sacado tiempo para dedicarlo a nuestros proyectos. Definir nuestra música se nos hace difícil, pero lo podríamos resumir con el lema que aparecía en “Mayrat: El viaje del agua”...de romances, cantigas y danzas. Iniciamos nuestra andadura en 1978 con la única pretensión de disfrutar haciendo música. Nos gustaban grupos folk y decidimos imitarlos. Descubrimos la diversión de recoger canciones y empezamos a explorar la música tradicional en la Comunidad de Madrid en la que estamos afincados. Los trabajos de recuperación de cantos y bailes de los pueblos madrileños, el contacto con informantes que conservaban estas melodías generación tras generación nos abrió los ojos a aspectos de la música desconocidos hasta ese momento. La música llevó a las tradiciones, la indumentaria, los instrumentos y, sobre todo, al descubrimiento de los sentimientos y la capacidad de evocar que se esconden mágicamente en las melodías. El material recogido en estos trabajos de campo de plasmó en varias grabaciones y publicaciones escritas.






-¿Quiénes formáis actualmente el grupo y qué instrumentos tocáis?

En la actualidad somos seis componentes:

Meme Eugenio voz: Dúlcimer, flautas y percusión.
Manuel Rodríguez: Voz y guitarras.
José M. Alonso voz: Laúd, bouzuki y percusión
Lionel M. Madelmont: Voz, acordeón, flautas de todo tipo, gaitas de fol, bouzuki y bodhram.
Alex García: Flautas travesera y de pico y gaita de fol.
Alberto Alonso: Voz, sinfonía, zanfona y flautas.

-¿Cómo andáis de discografía?

Grabamos por primera vez en el año 1984. El trabajo “Cantos de la tradición oral recogidos en Madrid” se editó en cassette (ya es antiguo, ¿eh?). En 1989 grabamos “Por tres maravedíes y medio” que seguía la línea del primer trabajo. Un día decidimos en un proyecto nuevo donde se mezclasen temas tradicionales, medievales y renacentistas, así salió “Mayrat, el viaje del agua” en 1999. Hemos colaborado con otros grupos en discos conjuntos “Cantos infantiles de la Comunidad de Madrid” y con Judith Coen en su disco “Monofonías medievales”.

-Tengo entendido que habéis trabajado sobre el terreno buscando músicas directamente en los pueblos. ¿Es así?

Los trabajos de campo recogiendo canciones y todo lo que fuese tradición empezaron con mi abuela, natural de un pequeño pueblo de Madrid, fue la primera “víctima” de nuestras encuestas y nos dio la clave para descubrir que la tradición seguía viva en una región predominantemente urbana. Descubrimos pueblos y gentes que recordaban canciones, bailes y costumbres que habían estado vigentes hasta hacía poco tiempo. El Cancionero de la provincia de Madrid de García Matos nos fue de gran ayuda para conocer lo que se había cantado por aquí medio siglo antes, con lo que sabíamos por dónde debíamos empezar a buscar. Encontramos, incluso, informantes que habían sido encuestados por él y que todavía lo recordaban. También colaboramos con el proyecto de Tecnosaga y José Manuel Fraile “Madrid Tradicional” del que se han publicado numerosos volúmenes de grabaciones de campo. Se esconden muchas vivencias y anécdotas curiosas en nuestras andanzas. Recuerdo un día que fuimos a grabar a un rabelero. Nos enseñó lo rabeles que construía y le pedimos que tocase su repertorio. El hombre nos dijo que primero afinaría el rebel, dicho y hecho, empezó a gritar y a mover las clavijas, José María y yo nos mirábamos atónitos, el hombre afinaba el instrumento con su voz en vez de afinar el instrumento y luego cantar a ese tono. Seguimos con la grabación y se arranca con el Romance de la Peregrina y llega a la parte que dice: “...Tus cejas son dos arcos / donde Cupido guerra formó...”, en ese momento para y para ilustrarnos sobre su sabiduría nos aclara como si fuese la entrada de un diccionario enciclopédico: “Cupido, caballero y guerrero español del siglo XIX” y tan pancho siguió con el romance.

-En una zona en la que la mayoría de la población se concentra en una ciudad como Madrid ¿queda todavía una tradición viva en el medio rural, o se ha resentido mucho por la emigración a la ciudad?

La tradición en una zona como Madrid con su gigantesca metrópoli prácticamente desapareció en los pueblos más próximos a la capital que se convirtieron en ciudades dormitorio. A cuarenta o cincuenta kilómetros si pervivían restos de cultura tradicional. Las jotas y seguidillas tocadas por la rondalla (guitarras y laúdes) son las piezas más comunes, pero las diferentes zonas (sierra, campiña y vega) tienen piezas propias. La vega y la campiña ofrecen Mayos, cantos del Pelele, canciones de siega y romances; la sierra posee bailes y costumbres más ancestrales, Baile Tres, Petitorios de ánimas, la Pastorela y romances más arcaicos. Se ha hecho un gran trabajo no sólo por el material recogido, sino porque en muchos pueblos se volvió a reunir a las viejas rondallas y surgieron agrupaciones dispuestas a recuperar las tradiciones de sus pueblos. Las ayudas de la administración brillan por su ausencia, por lo que tiene mucho mérito la labor de Tecnosaga y José Manuel Fraile. Se llegaron a recuperar trajes tradicionales, fotos antiguas, peinados, utensilios (ruecas, devanaderas, espadillas de lino, calzado, etc) que por falta de apoyo duermen el sueño de los justos. Creo que se lo llevaron a Canencia para hacer un museo. La música de Madrid es muy parecida a las de las provincias limítrofes (Toledo, Ávila, Segovia o Guadalajara), las fronteras administrativas no son las mismas que las culturales, pero también hay pequeñas joyas autóctonas que son un tesoro. Se ha conocido el “chotis” como la música popular de Madrid pero sería justo que se conociesen las melodías que existen por toda la comunidad.

-¿Preferís un concierto en un pequeño pueblo, sin amplificación de por medio, en contacto directo con la gente, o en un gran festival de carácter consumista con grandes montajes y miles de espectadores chillando -bueno, o escuchando- delante de vosotros?

Preferimos actuar en sitios pequeños, casi familiares, en los que no haya que utilizar micrófonos y la gente esté muy próxima. Nos gusta crear un ambiente mágico de charla y música distendido y evocador. Nos encanta cuando la gente dice que hemos logrado transportarla, nunca hemos sabido a dónde, pero es bonito.

-¿Cómo está el panorama de la músuica tradicional en Madrid? ¿Hay muchos grupos? 

En el panorama actual no hay muchos grupos que se dediquen a este tipo de música en Madrid. Hubo un momento en el que surgieron bastantes, pero la falta de interés por la música tradicional ha hecho que quedemos cuatro nostálgicos.

-Y finalmente: ¿Hay algún proyecto especial para un futuro próximo?.

Actualmete hemos emprendido un camino que no podemos denominar nuevo, pues conjuga ideas de los primeros trabajos con la esencia de Mayrat. Este proyecto, que denominamos "Contrafacta" se centra en el Romancero Tradicional. Siempre hemos sentido una especial atracción por estas composiciones; a veces por las melodías y casi siempre por las letras. Sigue maravillándonos la pervivencia de temas ancestrales en la tradición oral: personajes artúricos, de la corte de CarloMagno y los doce pares de Francia, de personajes históricos o del principio de la épica nacional. Ilusionados con este nuevo reto, llega el momento de desembalar material acumulado y darlo a conocer.

-¿Qué os parece la casi obligatoria electrificación de los grupos de música tradicional en España? ¿Tan necesario es tocar el bajo eléctrico o la batería, por ejemplo? ¿No se puede gustar al público usando sólo instrumentos tradicionales?

Al principio nuestra línea era muy purista, éramos casi “Talibanes”, se cantaban las cosas tal como las recogíamos y si habíamos grabado al abuelo entrando a destiempo lo hacíamos tal cual. Siempre hemos tocado instrumentos tradicionales nada de bajo, batería o teclados. Personalmente no tenemos nada en contra de ese tipo de formaciones pero a nosotros no nos va, preferimos utilizar el acordeón para reforzar los graves o la zanfona y el propio acordeón para crear colchones musicales. Son modas, la gente escucha a un grupo que le gusta y deciden hacer música como ellos por que creen que es lo correcto sin investigar otras posibilidades. Lo importante es hacer lo que te guste y disfrutar haciéndolo, todo es respetable.

-¿Por qué creéis que los grupos folk se limitan, por regla general, a tocar músicas de una sóla región? ¿Es que no saben tocar otras músicas, es que no les gusta, o es un problema político?.

Era normal comenzar con la población más cercana tanto física como culturalmente, además había mucho trabajo por hacer porque no tenía la proyección que otras autonomías que basaban sus rasgos diferenciadores o de identidad nacional en la tradición. Esto es algo que han utilizado los políticos como potenciador de ideas exclusivistas. Nos desagrada que gente como ellos (los políticos) hablen de cosas que no entienden sólo por el hecho de que puede aportarles unos votos. Hemos recogido material y aprendido canciones de otras comunidades y las cantamos y preparamos con la misma ilusión que otras. Un ejemplo puede ser un romance que formará parte del próximo disco “A lavandeira” que pertenece a la tradición gallega y lo cantamos en gallego, pero la melodía pertenece a un canto infantil de Belmonte de Tajo (Madrid) y para más “inri” los estribillos musicales son un “an’dro” bretón, estoy seguro que cuando la gente lo escucha no percibe que pueden ser tres cosas diferentes y tan lejanas. Hace unos años actuamos en Ciutadella (Menorca) en una cantera de piedra de marés “Les Pedreres de s’Hostal” de Líthica que habían habilitado para conciertos y actos culturales. El sitio era mágico: murallones de piedra a cielo abierto con una luna llena preciosa, velas encendidas y una sonoridad extraordinaria. Motivado por el ambiente dije algo que resumía mi forma de entender la música: “Una canción no es más que un envoltorio que encierra lo verdaderamente importante que es el sentimiento que la ha generado”, al día siguiente apareció en el periódico de Menorca dentro de la crítica del concierto y nos encantó como sonaba en catalán: “Una cançó es només la vestimenta dels sentiments que integra”. Todas las personas y las regiones compartimos sentimientos universales que expresamos en forma de canciones, amor, dolor, alegría, tristeza...por lo tanto cualquier canción de cualquier lugar puede conmovernos, alegrarnos...cuanto más conozcamos, más nos enriqueceremos.

-¿Qué opináis de la comercialización y masificación, dentro de sus posibilidades, de la música tradicional? ¿O preguntado de otro modo: no sería más positivo animar a los jóvenes a conservar sus propias tradiciones, participando en ellas, que embarcarlos -gracias, también, a su propia pasividad- a seguir una moda, quizá pasajera, como es ahora la música tradicional, que hasta sale en la televisión? 

La música tradicional y la música en general está en manos de gente que dice lo que debes consumir y lo que no. No hay muchos sitios en los que aprender desde el pricipio. Los jóvenes escuchan lo que les dan y muchas veces está bastante adulterado. Comprendo que ningún chico o chica escuche con agrado o compre un CD con unos señores de más de setenta años cantando desafinado las jotas de su pueblo, y como no vende, no se promociona. Creo que las escuelas de folklore como la que se creó en Salamanca serían necesarias, así como abordar este aspecto de la cultura en la propia escuela ordinaria.

“Y allá va la despedida,
la que no quisiera echar,
porque nunca me ha gustado,
con amigos quedar mal”