lunes, 14 de marzo de 2011

El acompañamiento

Ya sea en grabaciones o en actuaciones en directo, es fácil, para el espectador, fijarse en aquellos instrumentos que se dedican a realizar melodías.Independientemente de la dificultad que éstas entrañen, siempre están en primera linea sonora, y, habitualmente, son interpretadas por instrumentos como el violín, la gaita, flautas, acordeones y concertinas, etc.

Igualmente, en casi todos los grupos folk, podemos ver instrumentos como la guitarra o el bouzouki. Sin embargo, éstos, en raras ocasiones disponen de fragmentosen en los que destaquen como instrumento solista. Habitualmente, los instrumentos de cuerda deregistro medio-grave, como estos que hemos nombrado se dedican a papeles de acompañamiento. Otros, como la mandolina, al ser más agudo, suele verse más en papeles melódicos.
El acompañamiento, a pesar de su papel U Ysecundario, es el responsable, en multitud de ocasiones de que un arreglo resulte ser más o menos interesante. De hecho, muchísimas de las melodías tradicionales suelen ser bastante sencillas (cosa que no les resta ni un ápice de interés), y una manera de enriquecerlas es añadiendo un bien acompañamiento. Desde luego, esto es válido para cualquier melodía, independientemente de su sencillez.
Para empezar, el acompañamiento se puede hacer con cualquier instrumento: flauta, guitarra, violín, arpa, etc.
Llegados a este punto, aclararemos que entendemos por acompañamiento todo aquello que no sea la melodía principal.
Así, si tenemos un grupo formado por cinco instrumentos, podríamos pensar, por ejemplo, en un par de instrumentos, como podrían ser una flauta y un violín, como encargados de llevar el peso de la melodía. Un tercero, una concertina, podría dedicarse a realizar una segunda voz.
Quedan dos, pudiendo ser una guitarra y, por ejemplo, un bouzouki. ¿Qué hacer con ellos? La
opción más habitual, no por ellos menos valida, es la de dedicar la guitarra a hacer unos acordes, bien sea rasgueados o arpegiados, decisión ésta que va en función de la habilidad del músico, cree su gusto o del carácter de la pieza que se esté interpretando. El bouzouki podría moverse, también, en alguno de esos registros. Dependiendo de muchos factores, vale la pena probar combinaciones diversas por ejemplo: ambos instrumentos haciendo lo mismo, sea arpegio o rasgueado, o uno arpegiando y el otro rasgueando, siendo interesante probar a ambos haciendo los dos papeles. Conviene utilizar posiciones variadas de los acordes, es decir: del mismo acorde, sea cual sea, es interesante buscar posiciones diferentes, cuantas más mejor, para buscar más variedad de sonidos. Otra opción es utilizar uno de los instrumentos con cejilla, para, así, utilizar posiciones de acordes de otra tonalidad.
Lo importante para conseguir un buen acompañamiento es la variedad. Hay pocas cosas más pesadas que un guitarrista rasguendo la guitarra con dos acordes iguales de principio a fin, cosa ciertamente habitual, por cierto.
Ritmos
Otro asunto es el de los ritmos usados. Dentro de la misma pieza, es muy interesante ir variando los ritmos aplicados, tanto en rasgueos como en los arpegios.